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MODEST MOUSE: EL CORAZÓN COCINANDO AL CEREBRO

7 de noviembre de 2014

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The Lonesome Crowded West
(Up Records, 1997)


Pasada la eclosión grunge, muchos de nosotros nos quedamos con cara de “bueno, ¿ahora qué?”. Entre la muchachada del momento, la categoría que comenzaba a encumbrarse como termómetro de buen gusto constaba de sólo 5 letras: indie. Aquel era el lugar donde cobijarse, donde encontraríamos las perfectas continuaciones y conclusiones de todo lo que empezó un lustro atrás. Durante la exploración, desbocada y casi existencial (aunque ciertamente no exenta de la pose de rigor, en algunos casos), fuimos descubriendo una variedad impensada para nuestros “alternativos” esquemas. Y este trío de Issaquah, Washington, calzaba a la medida.

Para cuando The Lonesome Crowded West llega a las tiendas, los chicos de Modest Mouse no pasaban de los 23 años, dato que podría darnos una idea del potencial que se puede encontrar en esta producción. Sin embargo, someterse a este segundo álbum de su discografía nos enfrenta a una banda realizada y arriesgada, con muchas cosas por decir y muchas maneras de hacerlo -por si no nos quedaba claro con un primer disco de extensión descomunal (This Is A Long Drive For Someone With Nothing To Think About, 1995) y algunos EPs previos.

El pesimismo abunda en cada track de The Lonesome..., así como los intrincados cambios de ritmos y la libertad para pasar de lo trepidantemente eléctrico a lo folkie acústico, sin que se perciba fisura alguna. Según el cantante Isaac Brook, no hay salvación para la Humanidad, en certera decadencia, y por ello se dedica a explorar estos tópicos con voz tremebunda, cuando no con susurros abatidos -temas sobre el declive de los suburbios, esos largos caminos en los que no hay nada de qué hablar, la confusión propia de una realidad distorsionada... Para Brook, estamos condenados.

La religión, y particularmente Papá Lindo, es otro de los temas a los que se abandona el grupo. Dios es desafiado por los personajes que retrata Brook, los pone de tú a tú, luego conversa con ellos y concluye que cada uno se cuida a sí mismo. En general, es un álbum oscuro, rebosante de cinismo y desencanto, con pasajes de evidente desapego emocional, pero con una honestidad brutal que se agradece. TLCW es un disco sobre el abandono que describe a la perfección una época y una generación que se ubicaba en la visagra de un mundo a punto de interconectarse con todos, así esto lleve consigo grandes, inmensas dosis de deshumanización.

Las primeras notas de la esquizo “Teeth Like God's Shoeshine”, una contundente catarsis de casi 7 minutos, nos preparan para todo lo que vendrá en la siguiente hora y cuarto (sí, serán modestos, pero les gusta extenderse en el timer). A partir de ahí, y en las siguientes 14 canciones, el mundo y los personajes que nos muestran los modestos ratones se nos impregnan en imágenes y diálogos inusitados, acompañados de una instrumentación en constante vaivén, desde scratches de disco -“Heart Cooks Brain” se transforma en algo más que un número rock soso gracias al agregado del sonido propio de los tornamesas, una canción sobre cómo el corazón y la mente no siempre van de la mano- hasta drones insospechados en temas de 10 minutos (“Truckers Atlas”).


Son muchos los buenos momentos de TLCW luego de este trallazo inicial. “Convenient Parking” goza de esos crescendos caóticos en la voz de Brook, donde parece que todo se va a ir al carajo en cualquier momento... hasta que volvemos a la normalidad como si nada. “Lounge (Closing Time)” está plagado también de esa urgencia vocal y esos momentos loud/quiet que la banda ejecuta con inexplicable naturalidad, amén de un gusto por instrumentaciones extensas (en 4 canciones, ya vamos un poco más de 20 minutos). El vuelco a un número folk neto como “Jesus Was An Only Child” resulta algo desconcertante, pero es muestra de las agallas de estos muchachos que no se limitan en sus inquietudes musicales.


Para este redactor, es a partir de “Doin’ The Cockroach” que el álbum se despliega en todo su esplendor. Aquí los ratones nos tratan como -obviamente- cucarachas que van de un lado a otro sin llegar a ninguna parte. Ouch. Es aquí que nos topamos con quizás las dos mejores piezas de esta obra: “Cowboy Dan” y “Trailer Trash”. En la primera, Brook canta (siempre con virulencia y desgarro) sobre un personaje que se enfrenta a Dios, mientras se embriaga camino al desierto y prepara su desafío divino: “God, If I Have To Die, You Will Have To Die”. Un cuento sobre el escapismo y la frustración. En “Trailer Trash”, el tema son los menos pudientes, que viven en casas rodantes a duras penas, pero tomándose un poco de venganza gritándoles a quienes los miran con desdén cómo su falsedad los ha convertido en personas repulsivas, “And I Shout That You're All Fakes/And You Should Have Seen The Look On Your Face/And I Guess That's What It Takes/When Comparing Your Belly Ache”.


Hacia el final, la tristeza de “Bankrupt On Selling” no la he sentido en ninguna banda indie de la época, desgarradora y honesta, con una letra en la que no evita tratar de bajarse a aquellos que les gusta alardear de su educación superior: “Well, I'll Go To College And I'll Learn Some Big Words/And I'll Talk Real Loud, Goddamn Right I'll Be Heard/You'll Remember All The Guys That Said All Those Big Words He Must've Learned In College”. En la última, “Styrofoam Boots/It's All Nice On Ice, Alright”, el crooner Brook dialoga con un bastardo que le confiesa una pasmosa teoría, “God Takes Care Of Himself, God Takes Care Of Himself, And You Of You”.


TLCW habla sobre Washington, sí, pero también sobre nuestra civilización. Es un mundo jodido, con hallazgos que quizás no hayan sido muy agradables de conocer, pero es lo que nos toca vivir. Brook y sus ratones lo contaron de la mejor manera. Y, de verdad, da mucho miedo. Pero no podemos dejar de escucharlos.

Cristhian Manzanares


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LAS CRÓNICAS DE CONAN EL BÁRBARO, DE ROBERT E. HOWARD: EL AGRIDULCE SABOR DE LA VICTORIA

24 de octubre de 2014

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Debe reconocerse que una historia sin héroes es como un árbol sin hojas. Este arquetipo cuenta con sus propias virtudes, pero también con sus propios defectos; para convertir la acción del personaje en una elección más decisiva de la que realmente es. Tomemos como ejemplo al bárbaro, un sujeto tan imponente que se sale de su propia majestuosidad. Sabemos lo que se espera de él: un tanque, una descerebrada montaña de músculos que va arremetiendo contra todo a mandoblazo limpio. Sólo basta ponerle frente a una momia, y no le temblará el pulso al lanzarse contra ella, mientras sus demás compañeros se congelan de miedo. Esta misma determinación le impide huir de un combate por muy mal que se pongan las cosas. La irrevocable consigna es drásticamente vencer o morir.

Los pueblos de la Antigüedad miraban con desdén a sus vecinos. Los clásicos dieron el nombre de “bárbaros” a todos los extranjeros de las regiones fronterizas del Imperio Romano contra los que lucharon -si bien se limita la consideración a los que, ocupando en Europa las regiones al norte del imperio, lo invadieron apoderándose de su parte occidental. Atendiendo a su condición etnolingüística, estos pueblos eran muy diferentes entre sí, pudiendo distinguirse entre sí de los demás miembros de la horda. Para hacer hincapié sobre esta beligerante temática, hacemos un resumen de Las Crónicas de Conan El Bárbaro, la colosal obra de Robert E. Howard -acaso un monstruo de la épica fantástica de inicios del siglo XX.

UN AMOR ENFERMIZO

Robert Ervin Howard nació el 22 de enero de 1906 en Texas (Estados Unidos). Hijo de Isaac Mordecai Howard y Hester Jane Ervin Howard, vivió con su familia en Texas. Robert se volvió adepto al gimnasio y llegó a ser un joven atlético, pero solitario, introvertido y huraño. Por eso tuvo muy pocas amistades, exceptuando las epistolares que hizo entre los escritores del círculo de H.P. Lovecraft -con quienes empezó a cartearse a principios de los 30s. Le interesaban los conflictos entre civilización y barbarie (con una perspectiva nietzscheana de esta última), las teorías geológicas e históricas, la decadencia de las razas y la eugenesia. Desde 1923, empezó a padecer fuertes depresiones e intentó varias veces suicidarse. Hester Jane era una madre sobreprotectora, y la relación entre ellos se hizo muy estrecha.

Howard consagraba su tiempo a la lectura de libros de historia, llegando a hacerse de una notable erudición. Empezó a escribir con quince años, y a los dieciocho vendió su primer relato, “La Lanza Y La Espada”, a la revista Weird Tales. En 1934, ya era el principal autor de esta publicación. Gracias al éxito, pudo establecer un noviazgo con Novalyne Price, una maestra de Cross Plains, pero en 1935 ella lo dejó por uno de sus escasos amigos... el editor de Weird Tales. Luego de este frustrante episodio, Hester Jane enfermó de tuberculosis y la situación económica de la familia estuvo afectada.

Howard creó una pléyade de héroes de la narrativa de ficción, casi siempre bárbaros que llegaban a ser reyes como Kull de Atlantis o Conan el Cimmerio. Aventureros pictos y celtas en la Britania romana, el boxeador Steve Costigan, novelas del oeste estadounidense... Su personaje más importante fue Conan, que el público descubrió en el relato “El Fénix De La Espada” (1932). Pero Howard, además de los personajes de Mak Morn, Kane o Sonja; escribió otras ficciones históricas.

El 11 de junio de 1936, hacia las ocho de la mañana (después de que su madre entrara en coma), Howard se sentó en la parte delantera de su coche y se disparó un tiro en la cabeza. Murió ese mismo día y su madre falleció al día siguiente. Ambos compartieron el funeral y fueron enterrados en el cementerio de Greenleaf. Howard fue caracterizado por el actor Vincent D’Onofrio en la película The Whole Wide World (1996), basada en su aquejada vida (y en el libro autobiográfico de Novalyne Price, interpretada aquí por Renée Zellweger).



NACIDO PARA SER REY

Conan nació en un campo de batalla. Hijo de un herrero de las tierras norteñas de Cimmeria, siendo muy joven tomó parte en el saqueo de Venarium, puesto fronterizo con Aquilonia, uniéndose poco después a una banda de Aesir. En Vanaheim, conoció a un hechicero llamado Shaman, que le mostró una visión del futuro en la que se coronaba rey del más poderoso de los reinos hiborios. Atravesó todas las naciones de la Era Hiboria durante varios años, interfirió en los planes del hechicero estigio Toth-Amón (que fue uno de sus enemigos más peligrosos), y como mercenario en el Mar Interior de Vilayet fue perseguido por los soldados del hechicero Kharam-Akkad -pero salvado por la mercenaria hirkania Red Sonja. Antes de asesinar al hechicero, éste le mostró una visión en la que aparecía representado como un fiero león.

Por lo general, los bárbaros suelen tener mal genio. Llevados por sus instintos primarios y su voluntad de predominar, la experiencia les ha enseñado que cuanto más simple es el plan, más fácil es llevar los ejércitos a la victoria. A pesar de su reputación, estos carismáticos líderes son inteligentes. Su habilidad para saber cuándo y en qué parte situar el terreno del combate, y para mantener un ejército ligero -pero fuerte, con velocidad y capacidad de maniobra- les ha proporcionado el respeto incluso de las mejores mentes militares.

Las historias de Conan el Bárbaro ocurren en la ficticia Edad Hiboria, entre la destrucción de la Atlántida y el ascenso de las civilizaciones conocidas. Ésta es una época específica en un tiempo ficticio creado por Howard para varios relatos de fantasía. Los motivos de la invención de esta época podrían tildarse quizás de “comerciales”, pero recuérdese que Howard tuvo una gran afición por la historia y los dramas. El autor era consciente de las dificultades y el tiempo necesario para un trabajo de investigación, por lo que concibió una “época desaparecida” escogiendo nombres parecidos a los de la historia real -pero evitando anacronismos históricos.

En el puerto de Messantia, Conan se vio forzado a huir de las autoridades y se embarcó en la nave Argos, hacia Kush y los Reinos Negros. La nave fue atacada y hundida por el Tigress (barco pirata al mando de la semita Belit, llamada “La Reina de la Costa Negra”). Ambos se enamoraron, y juntos se dedicaron a saquear las naves de los reinos hiborios durante dos años. Los nativos de las islas Negras lo llamaron Amra, el León, con lo que entendió el sentido de la profecía de Kharam-Akkad. Después del salvaje asesinato de Belit, fue tentado por el mago Zukala, para elegir entre preservar la vida de Red Sonja o recuperar a su amada Belit de la muerte. Conan decidió no sacrificar a la guerrera hirkania.

El Cimmerio fue pirata en las islas Barachanas, capitán de los zingarios, mercenario en Estigia y los Reinos Negros; fue jefe del ejército aquilonio y hecho prisionero por el rey Numedides, al que asesinó posteriormente, proclamándose rey de Aquilonia. Allí tomó por esposa a Zenobia, a quien tuvo que rescatar tras recorrer medio mundo y con la cual tuvo tres hijos: Conn, Taurus y Radegund. Después, tuvo varias aventuras con su hijo Conn, pero tras un tiempo Zenobia murió y, ante el peligro de las Sombras Rojas; abdicó su trono en favor del príncipe Conn, aventurándose hacia occidente en su barco “El León Rojo”, desapareciendo en el mar Occidental.

Conan se rebela contra los hechiceros, al considerarlos artistas que no se basan en el mérito personal, sino en pactos y ayudas sobrenaturales que permiten el dominio de los demás. Se enfrenta con frecuencia a los dioses-demonios que pueblan su mundo, aunque no rehúsa pactar ocasionalmente con algún hechicero o sacerdote que demuestre un comportamiento justo. El dios de los cimmerios, Crom, otorga voluntad y fuerza al ser humano, pero no le concede ninguna otra merced en esta vida ni en el Más Allá.

HÉROE LEGENDARIO

Conan es uno de los héroes más grandes jamás inventados: el bárbaro cimmerio se abre camino con su espada a través de las tierras de la Edad Hiboria y se enfrenta a poderosos hechiceros, a criaturas mortíferas y a ejércitos de ladrones y malvados. En una carrera meteórica que abarcó doce años hasta su trágico suicidio, Robert E. Howard inventó el género que luego se denominó fantasía heroica o “espada y brujería”, del que Conan sigue siendo el máximo exponente. En el volumen Conan El Cimmerio, publicado por la editorial Timun Mas, aparecen los primeros siete relatos del fiero guerrero en sus versiones originales y en el orden en que se los escribió. Ya desde allí, se hace patente que la sed de aventura de este personaje hace que la fuerza de su ataque aumente: su ruido salvaje aturde al oponente, sus mejores aliados son sus armas, y lo único que tiene en mente es la victoria.

Para su impetuosa creación, Robert E. Howard se inspiró en la ruda mentalidad del ciudadano rural del oeste estadounidense, para el cual la ley a veces no siempre es justa ni fácil de entender, sino una compleja trama de la que hábilmente sacan provecho los poderosos. Del mismo modo que los héroes del lejano oeste cumplen objetivos justicieros, aunque a veces sea al margen de la ley y de la religión, Conan vive amoralmente entre pícaros y guerreros -luchando ocasionalmente por lo que él considera justo, sin esperar recompensa por ello. Se trata de un paladín bárbaro, pero no de un salvaje, ya que se da cuenta de los cambios que se producen en la civilización y que en muchas ocasiones considera que ésta es decadente y corrupta (por ejemplo, cuando las leyes apoyan a los poderosos en lugar de servir a la justicia). La única diferencia entre él y el resto de los asesinos de su mundo es su particular sentido del honor.

En 1932, Howard compuso el poema “Cimmeria” y escribió el ensayo “La Edad Hiboria”, aunque no fueron publicados en vida del autor. También se conservan numerosas sinopsis inacabadas de Conan, algunas de ellas publicadas en diferentes colecciones y ediciones, pero terminadas apócrifamente por otros autores. Estos esbozos, fragmentos y resúmenes han sido publicados en la edición crítica que Conan Properties International llevó a cabo con Wandering Star y Del Rey; en su totalidad, y tal y como Howard los dejó antes de morir.

Tal fue la popularidad de este personaje, que debido a la prematura muerte de Howard diversos autores decidieron emprender la labor de finalizar relatos hasta entonces inéditos o inconclusos, o bien escribieron nuevas novelas ambientadas en el universo de ficción que Howard había concebido para Conan. El recientemente fallecido Robert Jordan (creador de la conocida saga La Rueda Del Tiempo) también creó algunas historias para el famoso personaje, también adaptado a varias series de cómics y películas. Libremente inspirado en las obras de Howard, el personaje de Conan ha sido llevado al cine en dos películas protagonizadas por el actor de origen austríaco Arnold Schwarzenegger: Conan The Barbarian (1982) y Conan The Destroyer (1984). Se proyectó realizar además otra película inspirada en el personaje de Howard, que hubiera protagonizado el mismo actor de no haber sido elegido gobernador de California. Con todo, ni siquiera vale la pena mencionar el pálido remake del 2011, muy lejos de lo alcanzado por los dos primeros films.




No cabe duda de que uno de los conceptos más eficaces producidos por el Hombre es el de la “barbarie”. No representa una gran idea (como pueden ser los conceptos filosóficos de “ser”, “esencia”, “alma”, “verdad”, “belleza”, “absoluto”, etc), pero desde tiempos remotos constituye una de las referencias más útiles para designar lo que nos disgusta y nos causa horror o espanto. Se utiliza mucho este vocablo para referirse a todo lo que es bestial, monstruoso, cruel o feroz; aunque en un principio no fuera así. Esa noción negativa a la que se acaba de aludir ha cobrado vigor en los últimos tiempos. Sin embargo, en cuanto a honor y valentía, “barbarie” recupera el matiz primigenio del concepto: un acto deliberado de humanidad, muy frecuente en la sociedad occidental, donde desde niños se enseña a las personas a ser consecuentes consigo mismas y con los demás. Nos referimos a este tipo de barbarie, a esta forma de enaltecer lo humano, que brota de una demanda y un anhelo sincero de alcanzar un fin tan esquivo como la perfección.

Jorge Antonio Buckingham


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PRIMAVERA CERO: SHOEGAZING STRIKES BACK

10 de octubre de 2014

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ORQUÍDEA
Abril
(Hype Records, 2014)

PUNA
Au Dial
(Dorog Records, 2014)

Más de cuatro lustros han transcurrido desde que el Loveless (Creation, 1991) de My Bloody Valentine extendiera el acta de nacimiento del shoegazing -y, de taquito, provocase no sólo el surgimiento del post rock, sino la decadencia de la música rock como fuerza creativa en incesante evolución. Lejos han quedado ya las jornadas fundacionales del período 92-96, los calendarios de una primavera supersónica que hizo combustión como ninguna otra y que prácticamente batió records en velocidad de extinción (puesto que el pop no tardó en canibalizarla).

Sin embargo, y pese a la rápida asimilación al vocabulario mainstream de sus principales descubrimientos y logros, la semilla plantada por los shoegazers no ha cesado de dar frutos a todo lo ancho del mundo civilizado. En el Perú, estamos próximos a conmemorar veinte años de las primeras manifestaciones que esa peculiar conjunción de ruido y melodía suscitase entre nuestros músicos, así como de sus subsecuentes derivaciones sonoras. Y aunque la tradición shoegazer local no se ha interrumpido desde su año cero (1996), pocas veces se han producido simultáneamente lanzamientos que renueven con esmero los bríos del género -una suerte de sui generis “lazarus taxon” en la estratografía sónica de estas costas.

Puna y Orquídea. Limeña la primera, arequipeña la segunda. De raigambre shoegazing ambas formaciones, acaban de editarse sus respectivos discos de debut: distintos en las tonalidades propuestos, pero hermanados a través de la estética del reverb, del feedback, del delay, de pa(i)sajes de ensueño, de letras nubladas que se desdibujan tanto como las voces incorpóreas que las entonan.

Orquídea y Puna. Con diez años a cuestas la primera, casi le dobla la edad a la segunda. A su modo, cada cual puede contar una historia de perseverancia, de tenacidad, que hoy se ve felizmente rubricada con la recompensa del primer álbum entre sus manos (y entre las nuestras). No es un logro menor, perteneciendo a una escena independiente que ha sobrevivido sorteando a diario la adversidad. Menos aún si se tiene en cuenta su consagración a un sonido como el del shoegazing: dirigiendo la mirada hacia secuenciadores y demás herramientas electrónicas los capitalinos, abrazando la ortodoxia de los primeros impulsos del género los mistianos. A fin de cuentas, dos caras de una misma moneda.

PLANOS DEFINITIVOS, SECUENCIAS INFINITAS


Intimidante. No existe otra palabra que describa mejor el revuelo que causó Puna con el tema “Au Dial”, colgado por primera vez en YouTube en febrero del 2013 y luego aparecido en With Her Cool Things And Her Heaven/Shoegaze Compilation (de la netlabel italiana Ray Rec, mismo año). Desde entonces, a la banda se le ha solicitado insistentemente la participación de este corte en compendios de diversas latitudes, llegando incluso a aparecer una versión ringtone no autorizada del mismo... ¡¡¡en una web china!!! Como era de preverse, semejante remezón ha generado muchas expectativas en torno a la puesta de largo del grupo.

En principio (2008), Puna fue un dúo formado por el multidisciplinario artista autodidacta José Rodríguez y por Jorge Rivas O’Connor -conocido este último gracias a su trabajo tras el alias IDM de Ionaxs, que ya tiene editados tres discos físicos y dos EPs para descarga gratuita. La dupla rompe fuegos con un maxi epónimo, originalmente lanzado por Dorog Records en el 2009. Luego de dos EP (Medio Día En La Luna y Madrugada Del Fin, 2010 y 2012 respectivamente) y dos singles, el ingreso al bajo de Rolando Apolo, músico que ya ha publicado varios trabajos de harsh noise solo o en comandita con otros individualistas -Gabriel Castillo, Wilder Gonzales Agreda-; ha transformado a Puna en terceto, y como tal es que su debut ha visto la luz.

Au Dial recorre la ruta trazada por el track homónimo. La apertura, “Llachua”, hace las veces de falso y desconcertante inicio, ya que incursiona en feudos dream pop con altos niveles de sacarosa; pero inmediatamente aparece “Au Dial” para poner las cosas en su sitio. Lo de Puna, párrafos atrás había quedado dicho entrelíneas, es más una inclinación hacia el segundo momento evolutivo del shoegazing, el de la licuefacción con la electrónica, que comienza a jugar un papel cada vez menos accesorio al de la distorsión generada por los pedales. De hecho, “Au Dial” marca la tónica del disco: viñetas de una media de 4 minutos y pico, en general menos pop que “Llachua” y persistentemente vertebradas por cadenciosas secuencias muy bien trabajadas.

Apuntala esta apreciación el hecho de que el arsenal de Puna no se limite a lo usual en estos casos. En Au Dial, escuchamos el saxo loopeado de Arturo Quispe Velarde, miembro de los progresivos Cholo Visceral (próximos a estrenarse). Verdad que no es una presencia permanente, pero sí matiza temas como “Aún Horizonte” y “Monorriel” desde el discreto segundo plano en que Quispe se posiciona.

Me permito subrayar el final, justamente, “Monorriel” -porque califica al mismo nivel que los últimos trabajos editados por Rivas O’Connor como Ionaxs: Ocasos Bajo El Mar... EP y Anábasis EP, editados vía Chip Musik en este 2014. ¿Señal de un nuevo golpe de timón para Puna? Cuestión de esperar al próximo lanzamiento para corroborarlo -o, en su defecto, al concierto de presentación del disco. Vital.

VUELTA POR EL UNIVERSO


Combo dark de la Ciudad Blanca, Fobya publicó a principios del 2004 su segundo esfuerzo, el recomendable Sentimental Vacío. Cuando el año declinaba, su frontman, Abdel De La Cruz -por estas fechas músico invitado a Entretinieblas-, soltó en plaza un pequeño artefacto titulado Translúcido EP. El extended en cuestión estaba acreditado a Orquídea, proyecto paralelo en clave shoegazing que conformaban el propio Abdel y Kenyi Garrafa, bajista de Fobya. Transcribo a continuación un fragmento de lo que entonces escribí a propósito del esférico.

“Orquídea no parece hacerse mayores paltas en respirar por igual del ceratiano clásico ‘Rombos’ (‘Los Planetas’), de los Cocteau Twins del precioso Heaven Or Las Vegas (‘Mar Cristal’), o del rollo audiovisual asociado a músicas de estética similar: las clásicas imágenes de ocaso, el ensangrentado cielo del crepúsculo (‘El Árbol De Los Sueños’, ‘Electrolabio’)” (Freak Out! número 4, diciembre del 2004).

Han pasado exactamente dos lustros sin noticias sobre la continuidad de Orquídea. Es por eso que este comeback ha sido bastante comentado tras su anuncio, y lo ha sido más aún por el saldo artístico que ha redituado el debut -aunque algunas cosas cambiasen en la interna del dúo. Si en Translúcido EP el crédito es mayoritaria y merecidamente de De La Cruz, en Abril las palmas van para Raúl Begazo, guitarrista de Fobya y también de los mollendinos Aerosol -hoy resucitados como Aero-, que apoyó a Orquídea en las presentaciones del extended y que es el reemplazo definitivo de Garrafa en esta nueva etapa del tándem opiáceo.

Lo de Orquídea, no es un estigma o un demérito decirlo, es bastante genérico: guiña a los días de gloria del shoegazing y a sus principales protagonistas -Slowdive, Chapterhouse, Swallow, Silvania... En el dueto, el revival de la década pasada que propugnasen 93MillionMilesFromTheSun, Fleeting Joys o M83 ha dejado poca o nula huella. Su punche es admirable, tanto como la maciza capa de distorsión guitarrera que construye -y que recién hacia “Abril” no es que desaparezca, sino que se hace más maleable: sobrepasado ese punto, puede ser estruendosa como a la mitad de “Mat04” o delgada/semitransparente como en “Interlude”.

El apego a los cánones oleados y sacramentados del también llamado baggy se torna menos evidente en números como “Untitled” o “Uh, Uh, Uh!!!”, donde podemos percibir con mayor claridad las programaciones. Tracks de esta naturaleza permiten una cierta comparación con Resplandor circa Ámbar (2002). No obstante, al cerrar el plástico con un cumplidor cover de My Bloody Valentine (“Only Shallow”) y el atronador “Output”, el binomio sureño se reafirma en las bases que sostienen la ecuación de su propuesta: noise+pop (y artilugios electrónicos a cuentagotas). Ejemplar.

Hákim de Merv


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MISCELÁNEA BIBLIOGRÁFICA

26 de septiembre de 2014

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A la redacción de este blog han llegado en los últimos meses, por intermedio de sus autores o editores, algunas publicaciones peruanas, tanto periódicas como librescas; a las cuales dedicaremos a continuación un breve comentario.

José María Eguren. Motivos.
Con 40 fotografías del poeta. Edición, prólogo y bibliografía de Ricardo Silva-Santisteban. Lima-Ica: Biblioteca Abraham Valdelomar - Leónidas Cevallos editor, marzo 2014. 225 pp. (Clásicos de la Provincia; 6). 1000 ejemplares.
ISBN 978-612-46353-5-9

Las detenidas prosas de Eguren no son tan conocidas como algunos de sus excelsos poemas. Por ello, agradecemos tener de nuevo a disposición estos escritos publicados en revistas y periódicos limenses entre 1930 y 1932, póstumamente compilados en libro en 1959. En el prólogo se advierte la dificultad de clasificar estos Motivos, donde lo bucólico nos lleva a lo inspirado y cuya totalidad en sí constituye una poética egureniana, impar e insólita. En “La belleza”, el poeta dice: “Es difícil distinguir la belleza de lo sublime; […]. La belleza es lo bueno como principio puro; es la harmonía del misterio; sin éste se borra en un compás monótono, en la nada” (p. 75). Sin temor a equivocarnos, podemos considerar como poemas en prosa, entre otros, a los textos “Ventanas de la tarde” (pp. 62-64) y “Noche azul” (pp. 186-191). Como apéndice, se inserta la primera versión del motivo titulado “Visión nocturna” (pp. 217-225), gracias a la investigación del egurenista César A. Debarbieri, dada a conocer en 1987. De interés bibliófilo: cada prosa está encabezada por las pequeñas fotografías que Eguren captó con la diminuta cámara -de dos centímetros- que él mismo confeccionó en 1923 (1).

Carboncito No. 17, año 14.
Lima, mayo 2014. pp. s/n. Director: Renzo Gonzales. Portada de Amadeo Gonzales.

De las revistas y fanzines que nacieron a mediados del año 2000 augurando, y luego festejando, la caída del fujimontesinismo, pocas sobrevivieron (2) como Carboncito. Catorce años después de su primer número (hecho con cuatro hojas fotocopiadas), los hermanos Gonzales Flores continúan esforzándose por ofrecernos lo mejor del cómic peruano e iberoamericano, y festejando haber sido invitados a la reciente Feria del Libro de Bogotá. En esta ocasión, destacan los cómics de Ale Torres Novoa (¡qué traumática es la niñez!), Alexandra Beguez (sutilezas subiendo la montaña), Martín López (alucinante: ¡Conan el Bárbaro convertido en pato!), Mónica Naranjo Uribe (poesía en oscura acuarela), y los clásicos infaltables de la revista: Álvaro Vélez “Trucha Frita”, Cherman, Jesús Cossio (¡en Miami!), Jorge Pérez-Ruibal, Manuel Gómez Burns, Miguel Det y Power Paola (linda y sutil como siempre). Además, hay buenas adaptaciones de escritos de Raymond Carver (por Gino Palomino), Nicanor Parra (por Óscar Alarcón), Douglas Coupland (por R. Gonzales) y Tom Waits (por Tania Brun). Empero, por ser corrector de textos, me da lástima hallar perennemente, en ésta y otras revistas de cómics, errores gramaticales -términos sin tildes, mala sintaxis, etc- que podrían subsanarse para que el gran arte del cómic reluzca mejor. Excélsior...

Omar Jayyam. Rubaiyat.
Edición bilingüe persa-español. Traducción directa del persa de Azadeh Aalami de Blanc y Ricardo Silva-Santisteban. Introducción, notas y bibliografía selecta de R.S.-S. Lima-Ica: Biblioteca Abraham Valdelomar, junio 2014. 182 pp. (La Fuente Escondida; 11).
500 ejemplares numerados.

La presente es una reedición de los Rubaiyat, que viera la luz en Lima en 1995 y que ahora les muestra en versos alejandrinos sin rimas. En el prólogo, refieren la formación del idioma persa y de su poesía, así como los escasos datos biográficos fehacientes del autor. Luego, se plantean los problemas textuales al verter esta obra -problemas que sin duda tuvo también el poeta inglés Edward Fitzgerald con su primera versión dada al Occidente en 1859-, y que se denotan al comentar las diversas traducciones al español, desde la primera publicada en 1907; entre ellas, destaca la de Jorge Guillermo Borges, el padre de Jorge Luis, editada entre 1924 y 1925. Como se sabe, el arte poética de Jayyam es básicamente un carpe díem horaciano, que deberíamos disfrutar al máximo. Agradezcamos a la poeta y profesora iraní Azadeh Aalami de Blanc (Teherán, 1956) y al poeta peruano Ricardo Silva-Santisteban por este precioso obsequio. Oh poeta, qué seríamos sin tus musicales cuartetas (3), qué seríamos sin tu brillante sabiduría, sin aquellas cuitas sentidas plenamente enamorado de cuanto te rodeaba que plasmaste en tus concisos versos, sabio astrónomo y matemático, oh tú Omar, que conociste los goces y desdichas del amor.

Edgar Allan Poe. Poemas En Prosa.
Traducción, prefacio y notas de Francisco Susanna. Lima-Ica: Biblioteca Abraham Valdelomar, junio 2014. 109 pp. (La Fuente Escondida; 12).
500 ejemplares numerados.

Por supuesto, qué más podíamos esperar. Para los fanáticos de los cuentos y novelas del gran Poe (aquellos fascinados con las intrigas y los asesinatos que habitan entre tétricas casas y escalofriantes calles), no existe su notable obra poética, ni siquiera aquella estructurada en su formato favorito -la prosa, porque leer en verso, dicen ellos, les fatiga los ojos y la poca mente... Ni por curiosidad, ese terrorífico poema titulado magistralmente El Cuervo se encuentra entre sus lecturas. Allá, pues, la ceguera de estos imperfectos apasionados que no conocen más allende lo oleado y sacramentado por los más ramplones críticos del siglo XX -empezando por el anómalo Jorge Luis Borges y el parasurrealista Julio Cortázar, quienes alguna vez fungieron de malísimos traductores de Poe (según han dicho los entendidos). Para suerte nuestra, he aquí una estupenda reedición de los poemas en prosa del autor de Ligeia; es decir, “las piezas más cercanas a este género poético” que el exquisito traductor argentino Francisco Susanna publicara en 1946, en Barcelona. Lúcidamente, un epígono de Poe escribió: “[…] y, en fin, suelen decirse: ¡Allá, las putas, Luis Taboada, los ingleses; / allá ellos, allá ellos, allá ellos!”.

Lucerna No. 5, año 3.
Lima, julio 2014. 78 pp. Director: Julio Isla Jiménez. Comité editorial: J. I. J. y Daniel Romero Suárez. Ilustración de carátula: “After The Hurricane, Bahamas” (1899) por Winslow Homer.
ISSN 2305-0632
[Incluye separata: El Caballero Avaro, de Alexandr Pushkin]

Quinta edición de Lucerna, donde se nota la ausencia de Miluska Benavides, colaboradora de antaño. Isla y Romero intentan no ahogarse -sin aludir a su carátula- ante el oscuro panorama, empezando por su editorial: “Se vive actualmente un momento de intensa actividad literaria en todo el Perú” (p. 3), dicen, sin considerar que el best-seller peruano es el esperpéntico Contarlo Todo de Jeremías Gamboa, hecho a la medida para familias oligárquicas. Luego, letárgicos ensayos sobre Ciro Alegría (pp. 4-9), Roberto Arlt (pp. 22-27) y George Trakl (pp. 28-33); abundantes en lugares comunes. En cambio, resaltan ensayos sobre Javier Sologuren (pp. 10-15), Ricardo Silva-Santisteban (pp. 16-21) y Vladimir Nabokov (pp. 34-39). Mención aparte para el recién descubierto poema “Kábala” (pp. 40-41) de J. M. Eguren, y para las traducciones del poeta suizo Philippe Jacottet por Yamily Yunis (pp. 42-46) y de la obra teatral Tristán (1916) de Ezra Pound, realizadas por J. Isla Jiménez (pp. 47-53). En Lucerna, la creación poética resplandece: destacan textos de Dennise Vega Farfán, Luz Ascárate y Katherine Medina Rondón (pp. 54-63). Empero, la narrativa peruana manifiesta una vez más su prosaísmo. Sorprende saber, por ejemplo, que el cuento “La Mosca Interior” (pp. 64-65) de Stuart Flores ganara el primer lugar de un concurso. Los relatos “En Paz” (pp. 66-68) de Claudia Salazar Jiménez, “Polvo” (p. 69) de Jennifer Thorndike y “Mensaje De Texto” (pp. 70-73) de Orlando Mazeyra Guillén son pésimos, sobre todo el de Mazeyra -que es lo más fofo que he leído en mi vida. No hay duda: esta generación de los Millennials es frustrante y timorata. Al final, reseñan varios poemarios, entre ellos resalta Aguas Oscuras Del Sueño (Cascahuesos, 2013) de Joe Montesinos Illescas (p. 76). Lucerna quizá sea acumuladora y modesta, pero es mucho mejor que Buensalvaje, revista-catálogo de best-sellers.

Alexandr Pushkin. El Caballero Avaro.
Edición bilingüe ruso-español. Ilustraciones de Vladimir Favorsky. Traducción de Ricardo Silva-Santisteban y Anna Naoumova. Prólogo de R.S.-S. Lima: Lucerna Editores, 2014. 65 pp. (Los Alimentos Terrestres; 1).
[“Separata de Lucerna No. 5. Lima, julio de 2014”]

A pesar de lo dicho, tal vez lo mejor de esta edición de Lucerna sea la presente separata, con una de las cuatro Pequeñas Tragedias que A. Pushkin escribiera hacia septiembre de 1830, y luego publicara en la revista El Contemporáneo (que él mismo dirigía). La motivación del poeta ruso para componer esta obra fue la legendaria fama de tacaño de su padre, la misma cualidad que desgracia al personaje principal. No hay más que disfrutar de sus soliloquios, heredados tanto de Shakespeare como de Lord Byron: “Pues nadie sabe cuántas privaciones, / cuánta pasión frenada, pensamientos/ amargos, inquietudes diurnas, noches / sin sueño me costaron. Dirá mi hijo / que tengo el corazón lleno de herrumbre, / y que no conocía los deseos / que no me inquietó nunca la conciencia, / fiera con garras que me roe el pecho, / huésped inesperada, charlatana / insulsa, prestamista descompuesta, / bruja que hace opacar la luna y turba / los sepulcros que expulsan a sus muertos... / No, sufre si deseas las riquezas / y veremos si quieres derrochar, / bribón, lo que costó abundante sangre” (pp. 47 y 49). Las ilustraciones de Favorsky, como se verá, son magníficas (4).

Roger Santiváñez. Poética Piura.
Ilustración de carátula por Francisco Mauricio. Piura: Sietevientos Editores, [julio] 2014. pp. s/n.

La poesía de Santiváñez (Piura, 1956) se muestra siempre fresca y viva, pero al mismo tiempo dispersa y fragmentaria. A veces no logra hilvanar ideas claras; a veces no hay relato concreto, sino sensaciones aleatorias, naufragios existenciales y sombras de retórica coloquial kloakaense. Santiváñez, ausente del país por motivos de estudios desde 2001, ha sentido nostalgia por la Piura de su juventud, urdiendo en su acervo poético acuarelas de adolescente, donde las impresiones pesan más que los recuerdos. Sin embargo, en los últimos años, el autor fue a contraviento de su poesía para embarcarse en aquella nebulosa llamada “neobarroso”. Cuánto quisiéramos nosotros, los seguidores del buen Roger, que dejara esos artificios demodé y volviera a la original poesía de antaño, como la contenida en esta breve plaquette, editada para saludar la reciente visita del autor a su terruño. Son siete poemas (entre ellos, el magistral “Conversación con mi padre en su lecho de enfermo”), previamente publicados en revistas y libros entre 1975 y 2001 -también reunidos en su Dolores Morales de Santiváñez. Selección De Poesía 1975-2005 (Hipocampo, 2006). Estimado Roger, si llegaras a leer esto, espero comprendas la sinceridad con la que escribo estas palabras.

* * *

Precios en librerías.- Tanto Motivos como los otros libros de la colección Clásicos De La Provincia se venden a un promedio de S/. 30 en algunas librerías; mientras que Carboncito No. 17 puede ser adquirido a S/. 10 en la Librería Arcadia Mediática del Cercado de Lima (jirón Rufino Torrico 885) y en otros sitios. En cambio, si logran conseguir alguno de la colección La Fuente Escondida, considérense afortunados, pues son ediciones no venales, que es el mismo caso para la plaquette de Santiváñez. En cuanto a Lucerna No. 5, así como sus anteriores ediciones, está a la venta en librerías al precio promedio de S/. 10, o la pueden pedir al e-mail lucernaliteratura@gmail.com.
Relación del crítico con los autores o editores.- Buenísima y distante en todos los casos, sobre todo con los fantasmas de Eguren, Jayyam, Poe y Pushkin.
Laptop Toshiba Satellite C655 (con Windows 7 Ultimate, Microsoft Office 2010, Intel Celeron inside; y sin Internet outside) para escribir este documento.- S/. 1099.
Viáticos (viaje de ida y vuelta a la avenida Los Frutales en La Molina, a bordo del nuevo Corredor Azul en fase de prueba, con escalas en la Librería Arcadia Mediática del Cercado de Lima y en el Lugar De La Memoria en Miraflores).- S/. 0.
Escribir esta reseña.- No tiene precio.

Para todo lo demás existe Alberto Benavides Ganoza.

Antonio De Saavedra

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1 Para los curiosos bibliófilos, les contaré que la hermosa colección Clásicos de la Provincia comprende, en orden de aparición en librerías, los siguientes títulos: Los Hijos Del Sol, admirables cuentos de Abraham Valdelomar; Lambayeque, monografía de Hans Heinrich Brüning; La Línea De Chorrillos, memorias decimonónicas de Juan de Arona; Katatay, estremecedora poesía completa de José María Arguedas; La Conquista Del Perú, crónica temprana de Cristóbal de Mena publicada en 1534 en Sevilla; y el presente libro de J. M. Eguren.
2 Entre aquellas publicaciones periódicas aparecidas mayormente en Lima por esa época que vienen a nuestra mente, que ostentamos en nuestra biblioteca o que conocemos por referencias y no pasaron de algunos números hasta mediados del 2005, podemos mencionar a las siguientes:

- En artes plásticas y cómic a La Inocente Hecatombe, No Disponible, Pánico (la extraordinaria revista dirigida por Jesús Cossio), Pobrecomic, Por Rencor Al Arte, Poser, Rebelde Lollypop, Sucio Lucro y Vanalidades.
- En literatura a Apeiron, Contradixión, El Acné De Narciso, Favilla (el fracaso de los hoy olvidados poetastros de la PUCP), Girabel (segunda época), Homúnculus (el “revisto poética” del bizarro binomio Gladys Flores/José Farje Cuchillo), Magdala (la notable revista lésbica), Mesa Redonda, Peregrín (revista retrógrada arguedasiana-malagüero haraui), Pistilo, Taller De Poesía UNMSM y Ventana De Medusa (la psicópata -pero nunca surrealista- revista de Walter “Repugnancia” Espinoza Ramírez).
- En música a Audiozine, Autobús (el doble aborto de Luis “Alocado” Alvarado), Background, Britania, Eskizofrenia, Habitación 18, Pro Música (Bateristas), Producciones Ultra, Puñetazo (de Chimbote), Sub (el engendrito de Caleta), Underground Services y Whisper Zine.
- Y las que se hacían llamar “revistas de cultura joven”, o aquellos experimentos de estudiantes de comunicación social, o las que tenían un poco de todo, o las que sinceramente son inclasificables como Age Magazine, El Poste, Héroes (FCCSMP), Marte (una alucinante y más que humorística revista, si pueden consíganla) y Urbano 57.

Por cierto, no podemos dejar de mencionar a publicaciones de todo calibre que dieron la voz poco antes del mencionado año 2000, como Ácido, Apéndice de Bork, Avízate (de Ate-Vitarte), Bluyín, Contranatura, CrashBoomZap (la entrañable publicación de Cherman), El Cuerpo, Este Borde, Flecha En El Azul, La Teta Del Sapo, Poetas Del Asfalto, Pogo (de Trujillo), Proyecto Engendro, ¿Tiene Dientes?, entre otras más que ya por la vejez se nos escapan.
3 Me cabe recordar aquí, cuando yo ni siquiera pensaba estudiar literatura ni soñaba con ganarme la vida blandiendo la pluma, mi acercamiento a la poesía de Omar Jayyam, que se remonta a un hecho musical: en 1990, conmemorando sus 40 años de fundación, la casa discográfica estadounidense Elektra Records editó un doble álbum titulado sugestivamente como Rubáiyát: Elektra’s 40th Anniversary, en el que artistas contemporáneos homenajeaban a quienes alguna vez (o de pasadita, como Bob Dylan) estuvieron en sus filas y catálogos. Es decir, The Cure versiona doblemente “Hello I Love You” de The Doors; Tracy Chapman entona “House Of The Rising Sun” basada en la versión de Glenn Yarbrough; Gipsy Kings demuele “Hotel California” de The Eagles; Billy Brag trova “Seven & Seven Is” de Love; The Sugarcubes tañe “Motorcycle Mama” de Sailcat; Pixies mete “Born In Chicago” de Paul Butterfield Blues Band; Faster Pussycat declara “You’re So Vain” de Carly Simon; Kronos Quartet pone en partitura “Marquee Moon” de Television; Happy Mondays se manda con “Tokoloshe Man” de John Kongos; Anita Baker alcanza “You Belong To Me” de Carly Simon; The Big F grita “Kick Out The Jams Motherfucker” de MC5; Robin Holcomb vocaliza “Going Going Gone” de Bob Dylan; 10,000 Maniacs recrea “These Days” de Jackson Browne; Metallica se gana su primer Grammy con “Stone Cold Crazy” de Queen; They Might Be Giants ejecuta-inmola “One More Parade” de Phil Ochs; John Eddie pone en clave country “In Between Days” de The Cure; John Zorn destroza “T.V. Eye” de The Stooges; entre otros artistas y canciones. Compré este compilatorio (obvio que en la edición doble cassette, después lo conseguí en doble CD en una oscura discotienda del jirón de La Unión) puesto que yo era incondicional tanto de The Cure como de Metallica, pero la satisfacción que sentí ese año al escuchar por primera vez a algunos de estos artífices es indescriptible. En el booklet se menciona la trascendencia de la obra del poeta persa y se dice que, como aquellas artes que son únicamente para iniciados, aquellas joyas de Elektra Records brillarán en el futuro tan luminosamente como en el pasado lo hicieron esos rubíes llamados Rubaiyat.
4 No quiero pecar de suspicaz ni de aguafiestas, puesto que los muchachos de la revista Lucerna, con esta separata de Pushkin, se arriesgan a iniciar su propia casa editora. Sin embargo, ya en la ciudad de Arequipa existía una editorial con el mismo nombre. Menciono esto porque poseo en mi biblioteca el poemario Liturgia Para Un Poeta de Ana María Flores Núñez (Arequipa, 1981), publicado en el año 2009 por dicho sello y que me fuera obsequiado por mi amigo el poeta y editor Harold Alva durante la Feria del Libro 2009. Adjunto aquí la imagen escaneada de la carátula.


ENLACES RECOMENDADOS


http://carboncito.blogspot.com/ (en el Blog de Carboncito).



http://roysantivanez.blogspot.com/ (en el Blog de Roger Santiváñez).

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COCTEAU TWINS: A TRAVÉS DE CANTOS DE BALLENAS Y SIRENAS

12 de septiembre de 2014

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Victorialand
(4AD, 1986)


Hubo un momento en el panorama musical, poco más de una década atrás, en el que lo imposible parecía ser un hecho: Cocteau Twins tocaría en Coachella. Años de separación llegaban a su fin en un escenario impensado, pero con toda la expectativa puesta en recibir a un grupo que parecía por fin haber limado sus asperezas (amén de haber aceptado una suculenta oferta económica).

Y de pronto... nada. El trío escocés anuncia que la reunión nunca será y que cada uno seguiría por su senda. Según confesara posteriormente el guitarrista Robin Guthrie, aparentemente fue Liz Fraser, vocalista y a la sazón su ex esposa; quien declinara en última instancia no sólo la participación en dicho festival, sino también el mero hecho de volver a juntarse en una misma habitación. A nosotros los fans, nos quedaría consolarnos con sus discos, que no fueron pocos -y ciertamente muchos de ellos magistrales, los mismos que apuntalaron este temporal revuelo finalmente insatisfecho.

Una de esas placas definitivas, no sólo para el grupo, sino incluso para la década de los 80s; es definitivamente Victorialand. Este cuarto trabajo es una rara avis dentro de la ya de por sí inusualmente peculiar discografía de los Gemelos Cocteau: volumen que posee un idioma propio, que no tiene nada que ver con todo lo que sonaba en ninguna parte durante esa época -años de la epítome indie con The Smiths, de Metallica y su explosión thrash, de Paul Simon y Peter Gabriel en el plano más comercial de la música pop, del nacimiento hip hop de los Beastie Boys, y así.

Como todo gran álbum, Victorialand esconde una anécdota dentro de su concepción y ejecución. Cocteau Twins no podía contar momentáneamente con Simon Raymonde, su bajista, por lo que Guthrie y Fraser decidieron grabar ellos mismos el íntegro del disco... y meter un saxofón (?). El acompañamiento correría por cuenta de Richard Thomas -Dif Juz- para el tema de apertura, “Lazy Calm”. Sus vientos se encumbran sobre los sosegados efectos de guitarra con los que Guthrie arropa esta canción. Ésta sería la tónica en adelante: temas sin bajo y batería, un marcado minimalismo, y el tándem Guthrie/Fraser haciendo suyo el LP. Reinventándose ante la creciente fanaticada.


En adelante, el verdadero sonido del Victorialand se hace presente en todos los surcos. Cada canción parece enhebrarse con la que sigue, manteniendo una conexión admirable, pero en la que se percibe cierta intranquilidad y un cúmulo emocional que no llega a estallar -sino que se va conteniendo. La sensación es rarísima: estamos ante un álbum calmo pero denso (a pesar de ser solamente voz y guitarra -aunque, cierto, con muchas capas alrededor-), relajante pero al mismo tiempo atemorizante.


Esto se debe en buena parte a la inimitable voz de Elizabeth Fraser. Liz canta de forma delicada, por momentos se muestra frágil, pero a lo largo del esférico su voz es cautivante e indescifrable. Inventando letras, jugando con la sonoridad de las palabras inescrutables, pero al mismo tiempo denotando tristeza y hasta desdicha. Una voz nocturna, o eso me ha parecido siempre a mí, hecha para la luz de la luna. Sus vocales también se cubren de capas de eco y parecen elevarse a rangos imposibles para la humanidad en “Fluffy Tufts”.


Otra de las propiedades que tiene un disco de CT es la habilidad para generar y proporcionar landscapes en cada nueva escucha. Victorialand no es la excepción a la regla: ¿qué, si no, obtienes de una melodía de belleza cabal como es “Throughout The Dark Months Of April And May”? Cada sonido te remite a una sensación, te sugiere un estado, te evoca un espacio, un lugar. “'How To Bring A Blush To The Snow” y sobre todo “The Thinner The Air” nos dicen que, damas y caballeros, estamos flotando en el espacio, sobre la nieve, alrededor de la penumbra, dando vueltas al universo -cuando no nos sumergimos, por supuesto, en las profundidades del océano, en lo más frío de las depresiones marinas, para escuchar el canto de las ballenas y ver danzar sus colas mientras Fraser conversa con ellas (“Whale Tails”).

Uno de los grandes aciertos que posee el Victorialand es su duración: apenas sobrepasa la media hora, y no necesitas más. Esta característica le dota de una cohesión que convence y atrapa. Logra que escuches el disco de un tirón sin querer perderte lo que viene a continuación, sorprendiéndote de cada nota que sale de la guitarra de Guthrie y la voz de Fraser. Quizás la mayoría coincida en que Treasure (4AD, 1984) sea lo mejor que sacó el terceto en los ochentas (y tal vez a lo largo de su carrera), pero esta obra refundó su estilo y les proporcionó una exquisitez que no ha podido ser superada hasta la fecha. Otros dirán que es su disco más “ligero” y delicado, seguramente así sea, pero no encuentro un solo defecto en ello.

Atmosférico y cautivante. Un triunfo, tal como lo expone su nombre. Punto final.

Cristhian Manzanares


ESCUCHA EL VICTORIALAND AQUÍ

ENLACES RECOMENDADOS


http://www.ericr.nl/cocteaus/victorialand.html (en An Appreciation Of The Cocteau Twins).


http://www.adriandenning.co.uk/cocteautwins.html#vi (en Adrian Denning’s Album Reviews).

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